Hoy escribo con nocturnidad y alevosía, pensando en tí. Escribo con mi mano izquierda, la otra vaga por tu recuerdo. Pero sus dedos no llegan a tocarte. Estás tan lejos y a lavez tan cerca. Sólo tengo que levantarme y visitarte, con nocturnidad y alevosía. Pero no me abriras la puerta, duermes ya. Y yo me quedaré en casa, jodio, con nocturnidad y alevosía
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