sábado, 19 de agosto de 2006

Microsocilogía de los fumadores

Este post está dedicado, con cariño, a mi amigo J.L. García Íñiguez (el cual, por cierto, lleva días sin actualizar su cada vez más interiorista blog), del que fuí leecher tabaquil durante mucho tiempo y quien intentó una vez dejar de fumar y abandonar estos bellos hábitos.

Navegando por el blog de DuoPixel en busca de algún sesudo artículo sobre diseño, me encuentro con un post casi diría costumbrista ("las reglas no escritas de los fumadores"), un pequeño exámen de la realidad de un grupo social. Mark ha decidido utilizar esa técnica social de poner entre paréntesis a los fumadores y, al estílo de Goffmann o Luckmann, buscar una serie de conductas propias de ese grupo social.

De forma informal pero rigurosa, nos encontramos con que los fumadores siguen una serie de reglas de forma religiosa que nadie les ha explicado pero que han interiorizado como conductas de dentido común, como diría Garfinkel. Son actuaciones que tomamos como algo natural e incuestionable. Y estas rutinas, observadas por Mark son las siguientes:
  • Ante la pregunta "me regalas un cigarro" la respuesta "no" es inadmisible.
  • Si un desconocido te pide un cigarro, nunca deberás negarselo.
  • Si le pides un cigarro a un conocido, estás en obligación moral con él.
  • Los conocidos tienen un margen arbitrario de cigarros regalados.
  • Si un conocido te pide un cigarro y sólo te queda uno, deberás ofrecérselo.
  • A tus amigos les tienes que dar cuantos cigarros quieran.
  • Si un amigo te pide un cigarro y sólo te queda uno, deberás compartirlo.
A estas siete reglas (explicadas todas de forma amplia en el post original) acompañan un par de normas sobre la interacción con los no fumadores.

A los fumadores y exfumadores que se acerquen a esta lista, les puede parecer absurda, llena de cosas evidentes. Sin embargo, a un fumador novel o incluso a un no fumador, le puede chirriar. Nosotros estamos dentro de este grupo y hemos aceptado estas normas como comunes y normales e incluso universales, tal vez incluso innatas. Pero no lo son. Son conductas distintivas de un grupo, nacidas dentro de ese grupo e interiorizadas por observación por los integrantes de ese grupo. Nacen de un pacto social que ninguno ha firmado conscientemente pero que ha aceptado al decidir pertener al grupo de los fumadores. Porque así, aceptando estas normas, se integra con los demás, les demuestra que conoce sus normas de conducta y se solidariza con ellos.

¿Y a dónde nos lleva esto? Nos lleva al estudio del tabaco como ritual y como integrador social. Nos lleva a una vieja historia que escribí en este blog sobre como me integré en un grupo gracias al tabaco. Nos lleva a preguntarnos si este mal vicio, esta mala costumbre (que por cierto he abandonado recientemente), este creador de muerte no será algo más; algo, en cierto modo, positivo que ayuda a integrar a ciertos elementos dentro de un grupo y, através de éste, dentro de la sociedad.

No pretendía haer apología del tabaquismo desde este blog, pero quería defender, de la misma forma que lo hacen los miembros de la asociación de fumadores en su decálogo, que un uso responsable y social de esta droga se lleva utilizando desde hace años como elemento cohesinador de muchas personas que se sienten reflejadas en la imagen de otros fumadores.

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R. escuchaba Until Lately, de The dream Syndicate.
R. bebía un vaso de agua (curiosa discusión la del link).
R. estaba estudiando un poco de opinión pública.

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