viernes, 11 de agosto de 2006

Un mismo cielo

Miles de kilómetros nos separan. Tu duermes, o eso dices que haces, arropada entre tus sábanas. Y yo, desde la distancia, te imagino en las sombras que las luces proyectan contra la ventana frente a la que fumo un cigarro prostituto. Has cerrado las persianas, como siempre haces, pero por una pequeña rendija se filtra el negro del cielo. Ese cielo que te observa y también me observa a mí. Ese mismo cielo que a los dos nos envuelve sin que sepamos o queramos darnos cuenta.

Hoy me has dolido como nunca. Hoy me has dolido como siempre. Y bajo el mismo cielo, a miles de kilómetros, no puedo hacer más que fumar un cigarro que no debería fumar mientras pienso en lo mucho que te quise y en lo poco que lo hice ver. Sólo el cielo se dio cuenta. Y el muy cabrón no se atreve a recordartelo.

No hay comentarios: