Me tacha el señor Íñiguez de propagandístico republicano por un pequeño detalle en una de las fotos que coloqué aquí ayer. El me ha acusado en persona y yo le respondo, en persona, pero públicamente a través de éste cuaderno de bitácoras.
Señor Íñiguez, soy republicano, sí, de corazón, pero también me reconozco monarquico. Creo que el estado debe ordenarse de forma republicana, según unos dirigentes elegidos democráticamente. Sin embargo, también creo en algunas situaciones es necesaria una persona que ostente el poder, y no se lo deba a nadie más que a su cuna y ascendencia. Esa figura, la del rey que ha nacido ya rey, será la única que de la cara hasta el final, llegando a perder su vida por su estado (y por su cargo) antes que dimitir, como podría hacer un presidente de la república, pues no conoce otra vida más que esa y en su mente no es capaz de concevir el vivir como uno más de la plebe.
Un presidente de la república no deja de ser una persona normal y corriente, con unas cualidades determinadas, que de repente se ha encontrado con un cargo de guía para la nación que puede corromperle o, lo que es aún peor, asustarle. Sin embargo un rey nace para ser rey, se educa para ser rey y muere siendo rey; está acostumbrado al poder y al mandato y, como ya he dicho antes, lo único que teme es dejar de ser rey. Y la forma más rápida de dejar de ser rey es teniendo al pueblo descontento.
Amigo Jose, esos carteles republicanos y de izquierda unida pertencen a un homenaje que organizó dicho partido político el 14 de abril (día de la república) para los muertos republicanos en la guerra civil. Si dicho homenaje hubiese sido organizado por el PSOE o por el PP o por Coalición Canaria, su cartel adornaría también mi pared, pues lo que importa es la idea de fondo, el homeneje al gobierno destruido por una guerra civil y, sobre todo, a las víctimas de dicho bando, muchas de las cuales eran gente corriente que se encontraron entre la espada y la pared y eligieron la espada.
4 comentarios:
Pavadas, señor González. No trate de justificarse y de nadar en dos aguas. No se puede ser republicano y monárquico. Reconozca, sin ataduras, que usted simpatiza con la extrema izquierda. No pasa nada... tan sólo perderá unos cuantos lectores reaccionarios (si es que los tiene). Qué bien vivimos los ácratas.
Por cierto, señor García Íñiguez, a mi padre se le debe un respeto, eh.
No nado entre dos aguas. Como he dicho antes, soy republicano de corazón y eso no lo niego.
No obstante, y ya que vivo en un país que es un reino, me veo en la situación de tener que reconocer las únicas ventajas de la monarquía, pues todo gobierno, incluidas las dictaduras, tienen puntos buenos y malos.
Miedo me da que hubieras vivido en el franquismo...
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