Ayer compré, en el kiosko, y al extraordinario precio de 10€, tres películas: Bailando con lobos (un montaje del director de casi 4 horas), Monster (que tenía muchas ganas de verla) y El cuarto protocolo. Felicito a quien quiera que sea que se haya encargado de sacar las pelis a un precio decente, capaz de competir con el Top Manta (y de paso mostrarnos el verdadero coste de las películas). Sin embargo, me encuentro ahora con un dilema moral.
Si bien las he comprado en dvd, para verlas en dvd, me encuentro en la circunstancia de que esta noche tengo un viaje de 11horas en bus. Me gustaría ver una de ellas (Bailando con lobos, por ser la mas larga) y, como no tengo (ni tengo ganas de comprar) un reproductor de dvd portátil, mi única opción para verla en el bus es ripearla y meterla en mi Pocket PC. La solución parece sencilla: bajarme y pagar por un programa de ripeo y por otro de conversión a un tamaño pocket PC (éste gratuito), armarme de tiempo (unas 4 horas para el ripeo y hora y media para la conversión) y, sobre todo, de valor. De valor, digo, poruqe según dicen, hacer esto es ilegal. A pesar de haber pagado por las películas y por el programa para convertirlas, no tengo derecho a copiarlas ni a cambiarlas de formato.
Como supondreis, he decidido convertirla. Ahora mismo me encuentro copiandola a la tarjeta de memoria de mi PPC (que lleva un ritmo lentísimo también, por cierto). Esta noche disfrutaré de mis cuatro horas de Kevin Costner y mañana me despertaré siendo un pirata y un delincuente. No por ahorrarme unas pelas, si no por necesidad. Por que hay algo que falla en la ley. Porque algunos mafiosillos se empeñan en que la película por la que he pagado mi dinero no es mía. Porque no consumo la obra de la forma indicada. Porque al ripear me he saltado contenidos que no quería ver (como el anuncio antipirateria de rigor). Porque me dá la gana.
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